Aix en Provence, 1954 (Audio)
Director: Hans Rosabaud
Interpretes:
Nicolai Gedda (Belmonte)
Teresa Stich Randall (Constanza)
Carmen Prieto (Blonde)
Michel Senechal (Pedrillo)
Raffaele Arie (Osmin)
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Cuando Mozart terminó de componer “Idomeneo, re di Creta” y representarla, exitosamente en enero de 1.781, no podía esperar lo que le sucedería después. Un altercado con su “protector”, el arzobispo Colloredo, supuso su marcha de Salzburgo pero la suerte le llevó hasta Viena donde el emperador José II, creador de un Teatro Nacional de Ópera Cómica, le encargó una obra para dicho teatro y en alemán. El singspiel, composición de fragmentos musicales y diálogos, que tratamos estaba basado en el “Belmonte und Konstanze, oder Die Entführung aus dem Serail” de C.F. Bretzner y la realización del libreto correspondió a Gottlieb Stephanie. Su composición está plenamente documentada gracias a la correspondencia que tuvo Mozart con su padre Leopold. Así es conocida la carta en la que comenta la composición del aria de Belmonte “O wie ängstlich, o wie feurig” indicando que lo ha musicado como si se oyera los “latidos del corazón” del joven.
Su estreno se realizó en Viena, el 16 de julio de 1.782, en el teatro creado por el emperador y puede ser catalogado como el primer gran éxito popular, a pesar, de la acogida fría del público asistente al estreno. ¿ Por qué? Porque nadie se esperaba una ópera en lugar de un singspiel (donde, por ejemplo, suele haber mucho más diálogo y donde las piezas musicales no suelen tener la riqueza musical de esta gran ópera mozartiana) y que se resume en el conocido comentario del emperador “Demasiado hermoso para nuestros oídos, mi querido Mozart, y hay demasiadas notas”. Sólo hasta principios del siglo XX consiguió tener relevancia fuera de territorios de lengua germánica pero, en la actualidad goza de fama mundial ya que el maestro salzburgués es uno de los pocos compositores que consiguió que el alemán, idioma complejo musicalmente, sonara perfecto, melódico.
Acto I
Argumento previo: Konstanze , Belmonte y sus criados Blonde y Pedrillo son asaltados por piratas turcos. En el abordaje de la nave donde estaban los amantes, es raptada Konstanze y los criados mientras que Belmonte no puede evitar el rapto. Ya en Turquía, los presos son comprados por el Bajá Selim que los acoge en su palacio y se enamora de la joven presa. Pedrillo, que ha conseguido la confianza de su “nuevo señor”, ha mandado cartas a Belmonte para indicarle como llegar hasta el palacio.
Tras una obertura con componentes turcos (recordemos la “marcha alla turca” del mismo compositor… el imperio turco, que llegó a sitiar Viena en dos ocasiones en el siglo XVII y fue referente en la cultura musical vienesa por su peculiar instrumentación). Cuando se levanta el telón se observa a Belmonte que ya ha llegado a las inmediaciones del palacio del Bajá. Con la música de la parte central de la obertura, el tenor inicia su aparición con el aria “Hier soll ich dich denn sehen” (“Aquí, pues ,te veré”) de gran belleza vocal y que se culmina con ese ” bringe mich ans Ziel” que se prolonga durante unos compases, habitual a lo largo de la ópera. Pero como el singspiel es algo cómico, era necesaria la presencia de un personaje grotesco y gruñón como Osmin, guardián del jardín del Bajá. El dúo que sigue a la aparición de Osmin, tres cancioncillas similares en su estructura pero no así en su intensidad, representa al verdadero guardián malhumorado. Basándose en diálogos cortos pero intensos, vamos observado como Osmin muestra ese carácter maleducado hasta el punto de ir amenazando al joven si no se larga y deja de incordiar. Cuando Belmonte marcha ,harto del guardián, aparece Pedrillo preguntando por el Bajá a lo que Osmin, que nunca “tragó” al nuevo jardinero del Pachá, le responde a su “estilo”. A la pregunta de Pedrillo a Osmin de porqué no pueden hacer las paces, Osmin desarrolla en su aria “Solche hergelaufne…”-“Esos fatuos…advenedizos” -, un verdadero prodigio que Mozart compuso para el mejor bajo de la época, Ludwig Fischer, que se desarrolla en tres partes y donde mejor se muestra su obstinación y su mal carácter en la continuación, tras un brevísimo diálogo de Pedrillo, con el “Erst geköpft”- Primero decapitado- que repetirá en el final del sinsgpiel.
Tras la marcha de Osmin se produce el encuentro entre Belmonte y Pedrillo. Pedrillo le comenta la suerte de haber caído en manos de un señor tan bondadoso y que “convirtió a Konstanze en su preferida”…para después tranquilizar a Belmonte de que ella no corresponde a su nuevo “señor”. Después, le comenta que va a introducirle en el palacio y presentarse ante el Bajá como arquitecto con el fin de poder de llegar hasta Konstanze. Como está cercana la llegada del Bajá y Konstanze tras un paseo, le pide Pedrillo que se quede hasta último aviso. Es este el momento en que el tenor se esfuerce con esta aria “O wie ängstlich, o wie feurig” (¡oh, qué angustiado, oh, qué ardientemente, late…”) que, seguramente, le llegará hasta lo más profundo. Esas notas que hacen figurar el batir de un corazón ansioso de que llegue el encuentro(…liebevolles Herz) , ese “murmullo de voz”, ese ardor de mejillas, etc que hacen de este aria uno de los mejores momentos.
La llegada del cortejo del Bajá y Konstanze se hace a ritmo de marcha turca por medio de unos jenízaros (“Singt dem gröBen Bassa”…Cantemos al gran bajá) y rompe , de forma elegante pero impactante, ese ambiente creado por el aria de Belmonte (perdonen, pero insisto con esta aria, que es una de mis favoritas…,y algo me dice que a Vd. le gustará cuando lo escuche). Tras una breve conversación, Konstanze le revela al Bajá el motivo de su tristeza mediante el aria “Ach, ich liebte, war so glücklich” (ah, yo amaba ,yo era tan feliz) donde ella confiesa que amaba a Belmonte, que le iba a ser fiel, pero la felicidad se desvaneció con la separación. Cuando se marcha ella, Pedrillo aborda al Bajá para presentarle a Belmonte como arquitecto a lo que accede aquél. Cuando ya están dentro, se vuelven a topar con Osmin en un trío divertido (Marsch!, Marsch!) en el que se enfrentan, en un casi perfecto “dúo”, Osmin, por una parte, y Pedrillo, junto a Belmonte, por la otra y que cierra este acto.
Acto II
El inicio de este acto sirve para presentar al otro personaje: Blonde es la criada de Konstanze y entregada por el Bajá a Osmín. Con una personalidad apabullante, lleva por el camino de la amargura a Osmin, al que no permite que le llame esclava. En su primera aparición ya deja clara cómo hay que tratar a las mujeres en una breve aria (“Durch Zärtlichkeit und Schmeicheln”…”Con cariños y con mimos”) y que confronta los cariños con las “órdenes adustas”. La conversación se inicia con comentarios breves de cada uno de ellos (“ich gehe doch rate ich dir”…”Me voy pero te aconsejo”…) y cuya cumbre es cuando Blonde no le permite ningún acto abusón de él y que lleva a Osmin a alejarse antes de que ella lleve su amenaza de sacarle los ojos.
La marcha de Osmín coincide con la llegada de Konstanze, triste y afligida, (“Traurigkeit ward mir zum Lose”…La tristeza es mi destino ahora que te he perdido). Una mujer apenada porque, además, sigue sin recibir noticias de Belmonte,…sin esperanza. El Bajá aparece para pedirle a Konstanze para que se defina sobre el hecho de amarlo a él y olvidarse del otro amado. Cuando ella le niega el amor y pide su muerte, el bajá le niega tal suerte…ella sufrirá martirios antes que la muerte. Ese célebre aria, “Martern aller Arten”, goza de una fama extraordinaria por su gran valor orquestal (esos compases iniciales antes de que ella empiece a cantar) y musical (por la gran variedad de tonos que debe llevar a cabo la soprano) que engrandece más todavía esos sentimientos de ella, sentimientos de no plegarse a nadie.
Una vez sola, Blonde recibe a Pedrillo que le viene a dar las grandes noticias: la llegada de Belmonte con todo preparado para recatarles. Blonde estalla de júbilo y que se manifiesta en ese “Welche Wonne,welche Lust” lleno de alegría por poder decir a Konstanze que Belmonte ya ha llegado. Pedrillo se queda en el escenario porque debe prepararse para la “lucha”(“Frisch zum Kampfe!,frisch zum Streite!”…Listos para la lucha, listos para el combate) para conseguir facilitar la huida…y eso pasa por dejar “out” al odioso guardián del jardín…sí, Osmin. Para ello, lo invita para beber de una de las garrafas de vino que lleva. Cuando está medio convencido de acompañar a Pedrillo a la hora de beber vino, éste le mete un somnífero en su garrafa. Mientras beben, se divierten como así se percibe en el dúo “Vivat Bacchus,Bacchus lebe!” a la turca (timbal, triángulos y platillos). Al fin, Pedrillo vence la resistencia del odioso Osmin con lo que abre las puertas a la huida soñada.
Tras el aría de Belmonte, “Wenn der Freude” (que, a veces, suele trasladarse al principio del tercer acto ) llega uno de los momentos más intensos: el reencuentro de ambos amantes gracias a la labor de sus criados. En esa “pareja de dúos” percibimos un paralelismo de las situaciones entre Belmonte – Konstanze (él teme que el bajá la haya obligado a amarle) y Pedrillo-Blonde (él “acusa” a Blonde de infidelidad con Osmin). Esta “pareja de dúos” se consigue con una perfecta armonía difícil de conseguir en otros cuartetos y que se muestra en el momento en que los cuatro desarrollan un perfecto conjunto (“Endlich scheint” y el último “Es lebe die Liebe”). Ellas no aceptan que ellos pongan en duda su honorabilidad, incluido el bofetón de Blonde a Pedrillo. Como he dicho al principio de esta “pareja de duos”, el desarrollo es tan paralelo que las reacciones de ellos son similares…como , por ejemplo, ese famoso “Ach, verzeihe”,…”ich bereue” de ambos hacia Blonde y Konstanze…que, al final, ceden al arrepentimiento sincero de ellos. Con ese “Nichts fache das Feuer der Eifersucht an” – nada vuelva a encender el fuego de los celos- acaba el acto.
Acto III
Es medianoche. El momento que fijaron para la huida ha llegado con lo que deben estar preparados. Belmonte está ansioso porque llegue el instante de la escapada y se pone en las manos del Amor, de su “poder” (“Ich baue ganz”…”Pongo toda mi fe”). Es un aria que se suele cantar salvo que el director escénico decida que el aria de Belmonte, anterior al cuarteto final del segundo acto, se traslade a este momento, si bien, esta situación se ve en menos ocasiones. Para que ellas salgan es preciso una señal, como es la cancioncilla de Pedrillo (“Im Mohreland gefangen war”…En tierra mora estaba…) que interpreta con una mandolina (el tenor, al igual que en Don Giovanni, debe fingir que toca el instrumento musical mientras que la orquesta debe llevar a cabo la interpretación) y en la que se ve reflejada, más o menos, la historia de esta ópera vestida de singspiel. Cuando todo marcha viento en popa, se produce un fallo que alerta a los guardianes comandados por un Osmin medio somnoliento. Consiguen atraparlos con el jolgorio de este guardián, ilusionado porque ya los ve en el patíbulo (“Ha,wie will ich triumpheren”) y ,sobre todo, feliz porque podrá quedar tranquilo sin ellos. Una vez terminado el aria de Osmin, llegamos al final de este singspiel. Los cuatros son llevados ante la presencia del Bajá que, esta vez, no muestra un talante tan conciliador con Konstanze como lo fue en el primer acto. La escena se complica más porque Belmonte tercia ante el Bajá pero empeora las cosas cuando revela, sin saber las consecuencias, su apellido español (Lostados) que provoca indignación en Selim porque el padre del español le arruinó la felicidad…y el hijo de aquel comandante de Orán estaba en su poder para vengarse. El dúo de Belmonte y Konstanze, que se han quedado solos a la espera de la sentencia, es sobrecogedor. En la primera parte (“Meinetwegen sollst du sterben”…¡Por mi culpa has de morir!), donde impera el sufrimiento de él por llevarla a la muerte y el intento de ella por tranquilizarlo, la música acompaña la tristeza de él y la esperanza de ella; en la segunda parte, ambos pensamientos se entrelazan conformando un bello mensaje en el que la música no desentona en ningún momento. Es más, la ayuda a elevarse en los momentos finales, remarcando esa alegría de poder morir juntos y ese “Mit wonnevollen Blicken Verläßt man da die Welt”(¡Con miradas llenas de felicidad dejaremos allí este mundo!) interpretado por ambos de forma estremecedora…como así ocurre. Selim, que ha escuchado las últimas palabras de la pareja, cambia de opinión y decide dejar libre a los cuatro, dejando bien claro a Belmonte, para que le diga a su padre, que es mejor devolver una injusticia con un acto de bondad que pagar un crimen con otro. Antes de dejarles salir le pide a Belmonte que sea “más humano que tu padre”; Osmin, protesta con estupor y el bajá deja la última “perla”: ” ¡Cálmate! Lo que uno no puede conseguir con la bondad, es mejor dejarlo correr”.
El vaudeville final es un canto de loa hacia el Bajá por su gran gesto de bondad. Belmonte, Konstanze, Pedrillo y Blonde muestran su especial gratitud hacia Selim entonando un estribillo común para los cuatro…hasta que Blonde ve como es interrumpida por un colérico Osmín que entona ese célebre “Erst geköpft” del primer acto; una vez ha salido Osmin del escenario se quedan ellos reprobando su actitud (“Nichts is so häßlisch als die Räche….Nada es tan odioso como la ira) a la vez que ensalzando la del Bajá. Con la repetición del estribillo y la llegada de los jenízaros (“Bassa Selim lebe lange”…Viva largo tiempo el Bajá Selim) acaba el singspiel mientras que, en escena, vemos como suben los cuatro en el barco que los lleva hacia la libertad.